
Por que si bien hay que reconocer que el Sevilla tiene un equipazo, y hace un fútbol que enamora en España y Europa, el sábado necesitó el empujón del trencilla de turno. El Tenerife no pudo vencer a un Sevilla que hizo lo justito para llevarse los tres puntos (1-2). El inciendiario arbitraje de Fernández Estrada, que no quiso pitar un penalti clarísimo sobre Nino (algo que no mencionan los medios nacionales), permitió a los de Manolo Jiménez perder cuanto tiempo quisieron sin miedo a represalias, como demuestrán los pírricos tres minutos de descuento en la segunda parte, cuando más achuchaba el Tenerife para empatar el partido. O como cosieron a patadas a Omar, con la complicidad del árbitro de turno, e incluso el agredido vio amarilla por una única falta, cuando había recibido patadas y empujones de Konko y Valiente (ocho faltas sobre el canterano entre los dos, para una única amarilla).
En definitiva, algo que no extraña en la parroquia local, después de la agresión de Drenthe, en el Bernabeu a Bertrán (y que sólo le costo amarilla al holandés. y 5 meses de baja al jugador tinerfeño), o el robo en Son Moix (acabó el Tenerife con nueve y con dos penaltis inventados en contra), etc...
Lo que está claro, como nos cansamos de oír en todos los medios, es que la Liga es cosa de tres. Sí de tres, pero por decreto arbitral y federativo.
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