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martes, 8 de junio de 2010

Rumbo a Sudáftica. Sobre el césped y en el banquillo.

En cierta ocasión, Dunga y Maradona se enfrentaron como jugadores sobre el terreno de juego en la Copa Mundial de la FIFA. Ahora, en la fase final que empieza esta semana, competirán por entrar en uno de los clubes más exclusivos del deporte rey: si uno de ellos conquistara el triunfo en Sudáfrica, se convertiría en el tercer futbolista que alza la Copa Mundial como jugador y también como entrenador, después de Mario Zagallo y Franz Beckenbauer.
Zagallo, el primero que consiguió tamaña hazaña, conquistó la Copa Jules Rimet con Brasil en dos ediciones, 1958 y 1962, y posteriormente, orquestó el triunfo de su selección desde el banquillo en 1970. A continuación, Beckenbauer capitaneó a la anfitriona, la República Federal de Alemania, hasta la victoria en 1974. En Italia 1990, entrenó a la Mannschaft y la aupó a lo más alto del podio.
Precisamente en aquella Copa Mundial de la FIFA, Maradona y Dunga se enfrentaron sobre la cancha en un choque de octavos de final entre las dos superpotencias futbolísticas de Sudamérica. Resultó victorioso el astro argentino, autor del pase impresionante del que se sirvió Claudio Caniggia para anotar el único gol del partido.
Cuatro años antes, Maradona había sido el capitán de la selección argentina que se proclamó campeona del mundo. Cuatro años después, llegó la hora de Dunga. Aun así, no se sabe todavía si alguno de los dos será capaz de triunfar también como seleccionador. Además, la actuación de Maradona se estudiará con especial minuciosidad y fascinación. En cualquier caso, la experiencia sobre el terreno de juego les será muy útil a ambos en Sudáfrica, así como a los otros seis entrenadores que han acudido a la Copa Mundial con experiencia como jugadores.
Huh Jung-Moo, seleccionador de la República de Corea, se enfrentó a Maradona en México 1986 y vio puerta contra Italia. En ese mismo certamen, el técnico danés Morten Olsen formó parte de la Dinamita Roja que se clasificó para octavos de final, mientras que su homólogo mexicano Javier Aguirre ejerció de mediocampista defensivo con la selección anfitriona.
En 1990, el eslovaco Vladimir Weiss disputó con la antigua Checoslovaquia el último partido de la fase de grupos, contra Italia. Este año, la Nazionale Azzurra será curiosamente el tercer rival de Eslovaquia en el Grupo F. Por su parte, Ricki Herbert integró allá por 1982 la única selección neozelandesa que, hasta la fecha, se había clasificado para la fase final del certamen.
El seleccionador de Inglaterra, Fabio Capello, es el único que ha representado a otro país en una Copa Mundial de la FIFA, ya que jugó la fase final de 1974 con Italia. Aun así, Capello no es ni mucho menos el primero en defender los intereses de una nación como jugador y luego los de otra como seleccionador. Su país adoptivo no se enfrentaría a Italia más que en una hipotética semifinal, aunque si esto ocurriese tampoco sería la primera vez.
En 2006, Ricardo La Volpe, tercer arquero de Argentina en 1978, lideró a México hasta el choque de octavos contra la Albiceleste. En 1970, Didi, internacional brasileño en 1958 y 1962, llevó a Perú al duelo de cuartos de final frente a la Seleção de su ex compañero Zagallo. Tanto Didi como La Volpe perdieron a mano de sus respectivos países de nacimiento.
Es obvio que, en una Copa Mundial de la FIFA, tener éxito como jugador no garantiza repetir la experiencia como entrenador. Jurgen Klinsmann, vencedor en Italia 1990, cayó en las puertas de la final hace cuatro años y además en suelo germano. Guillermo Stabile, el argentino que se erigió en máximo goleador de la edición inaugural en 1930, vio cómo su selección quedaba relegada a la última posición del grupo en 1958.
Por contra, en ocasiones una mala experiencia como jugador puede servir de mucho a un seleccionador. La última vez que Inglaterra y Estados Unidos se vieron las caras en una Copa Mundial de la FIFA fue en Brasil 1950. Alf Ramsey era uno de los futbolistas ingleses que sufrieron la inesperada caída por 1-0 ante unos estadounidenses que ni siquiera eran profesionales. Aun así, Ramsey sacó provecho de aquella primera campaña inglesa y, 16 años más tarde, tomó las riendas del combinado inglés y se ciñó la corona mundial.

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