España gana su primera estrella.

Una camiseta roja, el color que identifica a esta selección, con el añadido de una estrella sobre el escudo de la Federación. Un siple detalle, un adorno, pero un símbolo significativo, el que distingue a las selecciones campeonas del mundo. Subió toda la selección española a recoger el trofeo de campeón con esa nueva camiseta, con esa estrella en la solapa que tantos años y tanto sufrimiento ha costado conseguir. En la imagen vemos a los once jugadores que saltaron al campo para hacer historia.
Pese a haber tocado el cielo con la punta de los dedos, Vicente del Bosque no torció el gesto en ningún momento. Una ligera sonrisa y poco más fue todo el gesto de felicidad que desplegó el técnico salmantino, remiso a cualquier tipo de celebración. No pudo, sin embargo, librarse del manteo de sus jugadores, aunque éstos tuvieron que insistir bastante para, a la segunda intentona, despegar del suelo los pies del seleccionador nacional.
Esa serenidad de Del Bosque contrastaba sobremanera con un Iker Casillas que se deshizo en lágrimas cuando Iniesta consiguió el gol que coronaba a España como el rey del fútbol mundial. Otros que van cami no de reyes, los Príncipes de Asturias, tampoco dudaron a la hora de saltarse todos los protocolos para ondear sus bufandas para festejar un triunfo memorable al lado de los Nadal, Gasol, Villar o Lissavetzki. El guardameta, otras vez sensacional, no podía contener sus emociones cuando el balón todavía seguía rodando y las lágrimas, de alegría, no desaparecieron de sus mejillas ni cuando Joseph Blatter, presidente de la FIFA, le hizo entrega del trofeo de campeón del mundo.
Los elegidos para la gloria, los hombres que han culminado el sueño de toda una nación, tampoco quisieron olvidarse de un par de compañeros que bien podrían haberse proclamado ayer campeones si el destino, en forma de muerte prematura, no se hubiese cruzado en sus caminos. Las camisetas en recuerdo de Dani Jarque (Iniesta) y Antonio Puerta (Ramos) pusieron ese punto amargo dentro de la gran fiesta del fútbol español.
Pero si hubo alguien que sufrió a la hora de subir al palco a recoger su medalla ese fue Fernando Torres. El madrileño, quien ciertamente no recordará su paso por la cita mundialista con alegría, se lesionó en los pocos minutos de la prórroga en los que estuvo sobre el terreno de juego, aunque su evidente cojera no le impidió estar al lado de sus compañeros cuando Casillas alzó al cielo el trofeo esperado durante tantos años.
Alguien que lo ha ganado ya todo en el mundo del fútbol, el héreo de la final con un nuevo gol legendario, Andrés Iniesta, resumió todo en una simple frase. "Es el trofeo más bonito de todos". No hace falta decir nada más