El Real Madrid se juega la supervivencia en la máxima competición europea en el infierno de Marsella, pese a que sólo un descalabro monumental ante el Olympique les privaría de seguir en la Liga de Campeones. Una derrota por tres goles de diferencia en el Velódrome combinada con un triunfo del Milan ante el Zúrich es la única ecuación que priva a los blancos de seguir entre los mejores.
Una posibilidad que los marselleses abrazan con más ilusión que realismo y que alimentan con la amenaza de convertir su estadio en un infierno para sus rivales encandilado por la afición más numerosa y activa de Francia.
Tras cinco años consecutivos cayendo en octavos, el Madrid busca también el primer puesto del grupo C en una temporada especial, con la posibilidad de conseguir la décima Copa de Europa en la final que acogerá el estadio Santiago Bernabéu. Para ello, les basta con no perder ante el Marsella, algo que no han hecho en las tres veces que se han medido en Liga de Campeones.
El Madrid ha demostrado este año personalidad lejos del Bernabéu, donde no ha perdido en esta Liga de Campeones. Sin embargo, a los blancos no se les da bien Francia, donde han perdido en las tres últimas visitas, contra el Mónaco y contra el Lyon en dos ocasiones. El Madrid afrontará el duelo sin haber resuelto las dudas que despierta su juego, pero con la calma de que los resultados, entretanto, no han faltado. Jugará el equipo español sin una de sus referencias, el brasileño Kaká, a quien la pubalgia con la que acabó el intenso clásico del Camp Nou de hace dos semanas deja en el dique seco para una cita en la que los madridistas tienen prohibido fallar. Sin Kaká todas las miradas se dirigen al portugués Cristiano Ronaldo, que llega tras haber sacado a relucir la peor de sus caras. En el sufrido triunfo ante el Almería no celebró un gol de Benzema, se quitó la camiseta tras marcar un tanto intrascendente y acabó expulsado por agredir a un rival. Tras pedir perdón a sus compañeros, en Marsella quiere sacarse la espina.
Enfrente un Marsella que ha puesto firmes a sus tropas para rebañar sus últimas opciones de seguir en la Liga de Campeones, condenados a una gesta que, en palabras de Fernando Morientes será "tremendamente complicada". Conocedor del Madrid, el delantero español sabe que conseguirlo pasa por hacer un partido completo y esperar a una de esas mediocres noches que el Madrid ha tenido esta temporada.
También el entrenador, Didier Deschamps, sabe que la hazaña pasa por hacer dudar a los "galácticos" blancos, por lo que cuenta con un ambiente de gala en las gradas y con un inicio de sus hombres que lleve miedo al área de Iker Casillas. Tiene el entrenador a toda su tropa lista para el combate con excepción del centrocampista camerunés Stéphane Mbia, que si bien ha vuelto a los entrenamientos, parece sufrir en un tobillo cuando golpea el balón, por lo que es duda. Deschamps puede pedirle que fuerce para estar listo en el partido que marcará el futuro inmediato de un club que ha hecho de la irregularidad su seña de identidad este año.
Marcar tres goles está por encima de su media esta temporada, donde en liga no llega a dos tantos. Pero el entrenador sabe que, al menos, puede contar con la total concentración de sus hombres y con el calor de la grada que convertirá el Velódromo en un infierno.
Una posibilidad que los marselleses abrazan con más ilusión que realismo y que alimentan con la amenaza de convertir su estadio en un infierno para sus rivales encandilado por la afición más numerosa y activa de Francia.
Tras cinco años consecutivos cayendo en octavos, el Madrid busca también el primer puesto del grupo C en una temporada especial, con la posibilidad de conseguir la décima Copa de Europa en la final que acogerá el estadio Santiago Bernabéu. Para ello, les basta con no perder ante el Marsella, algo que no han hecho en las tres veces que se han medido en Liga de Campeones.
El Madrid ha demostrado este año personalidad lejos del Bernabéu, donde no ha perdido en esta Liga de Campeones. Sin embargo, a los blancos no se les da bien Francia, donde han perdido en las tres últimas visitas, contra el Mónaco y contra el Lyon en dos ocasiones. El Madrid afrontará el duelo sin haber resuelto las dudas que despierta su juego, pero con la calma de que los resultados, entretanto, no han faltado. Jugará el equipo español sin una de sus referencias, el brasileño Kaká, a quien la pubalgia con la que acabó el intenso clásico del Camp Nou de hace dos semanas deja en el dique seco para una cita en la que los madridistas tienen prohibido fallar. Sin Kaká todas las miradas se dirigen al portugués Cristiano Ronaldo, que llega tras haber sacado a relucir la peor de sus caras. En el sufrido triunfo ante el Almería no celebró un gol de Benzema, se quitó la camiseta tras marcar un tanto intrascendente y acabó expulsado por agredir a un rival. Tras pedir perdón a sus compañeros, en Marsella quiere sacarse la espina.
Enfrente un Marsella que ha puesto firmes a sus tropas para rebañar sus últimas opciones de seguir en la Liga de Campeones, condenados a una gesta que, en palabras de Fernando Morientes será "tremendamente complicada". Conocedor del Madrid, el delantero español sabe que conseguirlo pasa por hacer un partido completo y esperar a una de esas mediocres noches que el Madrid ha tenido esta temporada.
También el entrenador, Didier Deschamps, sabe que la hazaña pasa por hacer dudar a los "galácticos" blancos, por lo que cuenta con un ambiente de gala en las gradas y con un inicio de sus hombres que lleve miedo al área de Iker Casillas. Tiene el entrenador a toda su tropa lista para el combate con excepción del centrocampista camerunés Stéphane Mbia, que si bien ha vuelto a los entrenamientos, parece sufrir en un tobillo cuando golpea el balón, por lo que es duda. Deschamps puede pedirle que fuerce para estar listo en el partido que marcará el futuro inmediato de un club que ha hecho de la irregularidad su seña de identidad este año.
Marcar tres goles está por encima de su media esta temporada, donde en liga no llega a dos tantos. Pero el entrenador sabe que, al menos, puede contar con la total concentración de sus hombres y con el calor de la grada que convertirá el Velódromo en un infierno.
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