
Los primeros 15 minutos de juego fueron pura actitud. Un absurdo penalti no cobrado por mano en el área no calmó a Uruguay que presionó y presionó y atacó al muy buen portero Villar hasta que Suárez, aquél del milagro contra Ghana, mostró que los grandes artilleros son ambidiestros: la paró con la derecha, la mandó a guardar con la zurda. Iban 12 minutos de juego.
Cuando la persiana del primer tiempo se cerraba y Paraguay respiraba, la presión le jugó otra mala pasada a los guaraníes y Diego Forlán perforó a Villar nuevamente. Forlán, elegido mejor jugador de Sudáfrica 2010, es el tercero en su familia en alzarse con la Copa América tras su abuelo y su padre, que también vistieron la celeste.
Paraguay recuperó terreno en el segundo tiempo, y Haedo, notable talentoso guaraní, puso a prueba a Muslera y el balón terminó estrellándose contra el poste superior tras un genial pase de Ortigoza. Después fue esperar para que el bicampeón del mundo sea, una vez más, rey de América. Y fue en el epílogo, cuando la resistencia de la defensa observó a Suárez en un contragolpe, y el mejor jugador de la Copa América, con la generosidad de los grandes, cedió el balón de cabeza para que Forlán cierre el partido. 3 a 0. Se trata del 15 triunfo uruguayo en el torneo continental, y logra así desempatar con la Argentina para ser en soledad, el máximo campéon de la historia de la Copa América.
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